24 de octubre de 2018

24 de octubre, Día Internacional Contra con el Cambio Climático

El planeta se está calentando debido principalmente a la actividad humana. Y lo más importante es que este calentamiento se está produciendo a una velocidad alarmante. Hace tres décadas que los científicos vienen alertando sobre los efectos el cambio climático. Sin embargo el resto de la Humanidad apenas está comenzando a procesar este mensaje.

El 24 de octubre se celebra el Día Internacional contra el Cambio Climático, con el objetivo de movilizar y sensibilizar a millones de personas de todo el mundo acerca de los efectos del cambio climático y el grave peligro que conlleva el calentamiento global.
El cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo y supone una presión adicional para nuestras sociedades y el medio ambiente.
Según la Organización Meteorológica Mundial, la temperatura media mundial en 2017 fue superior en aproximadamente 0,46 °C a la media a largo plazo del período 1981-2010 (14,3 °C). Se confirma la tendencia alcista que confirma que 2016, 2017 y 2015 han sido, por ese orden, los tres años más calurosos desde que comenzaron los registros en 1880.
Desde pautas meteorológicas cambiantes, que amenazan la producción de alimentos, hasta el aumento del nivel del mar, que incrementa el riesgo de inundaciones catastróficas, los efectos del cambio climático son de alcance mundial y de una escala sin precedentes. Si no se toman medidas drásticas desde hoy, será más difícil y costoso adaptarse a estos efectos en el futuro.
¿CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ?
El estilo de vida moderno depende del consumo de enormes cantidades de energía. El uso de la energía se ha duplicado en treinta años y se espera que se incremente un 60% para 2020. Y aunque hay alternativas limpias de generación de energía, la mayor proporción aún proviene de la quema de combustibles fósiles, como el carbón, petróleo o gas. Los combustibles fósiles generan grandes cantidades de Gases de Efecto Invernadero. (GEI).
Los gases de efecto invernadero (GEI) se producen de manera natural y son esenciales para la supervivencia de los seres humanos y de millones de otros seres vivos ya que, al impedir que parte del calor del sol se propague hacia el espacio, hacen la Tierra habitable.
Un siglo y medio de industrialización, junto con la tala de árboles y la utilización de ciertos métodos de cultivo, han incrementado las cantidades de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera. A medida que la población, las economías y el nivel de vida crecen, también lo hace el nivel acumulado de emisiones de ese tipo de gases.
Debido a esta acumulación, la temperatura de la tierra, que no había cambiado mucho en 10.000 años, ha aumentado significativamente en estos últimos 150 años.
Si esta tendencia se mantiene, muchas especies, incluidos los humanos, no seremos capaces de adaptarnos lo suficientemente rápido como para evitar severas penurias.
¿ESTAMOS HACIENDO algo PARA SOLUCIONARLO?
Estas dos décadas ha mejorado la visión sobre los efectos del Cambio Climático, las ventajas de las energías sostenibles, ciudades sostenibles, coches eléctricos, etc. pero todavía hay mucho por hacer.
Los mayores problemas son de índole económico, puesto que las nuevas soluciones tocan grandes intereses que se resisten al cambio y hacen esfuerzos por negar las urgencias y pretenden mantener el sistema tal como está. No solo hablamos de las grandes corporaciones, sino también de países, aquellos que poseen bajo sus suelos y aguas enormes inventarios de combustibles fósiles y no quieren ponerles un candado de la noche a la mañana. Pero también se resisten los países que no tienen recursos suficientes para acometer los cambios que hacen falta.

11 de octubre de 2018

Las colillas contaminan más que el plástico

El tabaco, además de provocar graves problemas de salud, supone una gran amenaza para el medio ambiente.


De los 6 billones de cigarrillos que se fuman al año en todo el mundo, 4,5 billones acaban tirados en espacios públicos. Este año la mayoría de las campañas medioambientales han girado en torno al importante problema del consumo y la contaminación de plástico, pero muchos estudios desvelan que el plástico no es la fuente principal de basura en el mundo, sino las colillas. 
Según el informe de la ONG Ocean Conservancy de 2017, las colillas suponen el 13% de los residuos del mundo. Su ligereza les lleva a recorrer miles de kilómetros, por lo que son capaces de contaminar diferentes ecosistemas y perdurar entre 7 y 12 años, aunque algunos afirman que sus efectos dañinos pueden perdurar hasta 25 años. Las colillas son transportadas hacia el mar desde zonas terrestres debido a la lluvia, el viento o las alcantarillas. 

Las sustancias de las colillas cuando entran en contacto con el agua, se expanden produciendo efectos devastadores en la naturaleza. Acetato de celulosa es el termoplástico del que están fabricados los filtros de los cigarrillos y alberga sustancias tóxicas: hidrocarburos policíclicos aromáticos, nicotina, arsénico y otros metales pesados. Además, se ha comprobado que el acetato de celulosa no es biodegradable, sino fotodegradable, lo que significa que los rayos ultravioletas del sol pueden llegar a fragmentar el filtro en piezas mucho más pequeñas. 
Debido a la degradación de los hábitats naturales, algunas especies animales como las aves se ven especialmente afectadas a la hora de fabricar sus nidos. Por la falta de recursos naturales se ven obligadas a buscar nuevos materiales entre los que se encuentran colillas, que ponen en peligro su salud y la de sus crías. En los ecosistemas marinos las colillas también alteran la calidad del agua y el ciclo ecológico de las especies animales y vegetales, poniendo en riesgo su salud por la acumulación de sustancias tóxicas en su organismo.
Las zonas urbanas también se ven afectadas por la ardua tarea de limpieza y recogida de colillas de las calles, que supone un importante impacto económico. Aunque los métodos de recogida, tanto manuales como mediante maquinaria, no son suficientes para eliminar por completo estos pequeños residuos. Lo ideal sería que los fumadores no tiren sus colillas al suelo, bien las tiren en los ceniceros correspondientes instalados en las ciudades o las guarden y las tiren a la basura. Las playas son uno de los espacios más afectados por este tipo de residuos, ya que muchas personas consideran más sencillo enterrar las colillas bajo la arena que tirarlas en la papelera. Por esa razón, las colillas se han convertido en el principal componente de la basura en las playas
Erradicar el tabaco sería la solución más efectiva, pero existen otras opciones menos drásticas con las que conseguiríamos reducir la contaminación en el medio ambiente, como sería sustituir el componente básico de los filtros, acetato de celulosa, por otro biodegradable y mucho menos dañino.
Aunque, la herramienta más poderosa y eficaz de todas para paliar el impacto de las colillas es la educación. Se tiene que trabajar desde edades tempranas en la concienciación de no tirar basura al suelo, y menos en la naturaleza. 
Las personas disponemos de las herramientas necesarias para solventar el impacto de nuestras acciones negativas, solo tenemos que usarlas correctamente. 

3 de octubre de 2018

Pintura que anuncia el fin del aire acondicionado

El dispositivo que cambió la forma de refrigerar interiores podría no existir en el futuro.
 
El aire acondicionado del futuro podría no existir. No porque no haya avances en la tecnología, sino porque el dispositivo como hoy se lo conoce podría ser reemplazado por una vieja técnica: el encalado.
 
Antes de que Willis Carrier inventara el acondicionador de aire eléctrico en 1902, unas de las pocas formas de combatir el calor que tenía la humanidad era simplemente pintar sus casas de blanco con una mezcla de cal y sal.
 
Los equipos de aire acondicionado son una solución mágica al problema y con el diseño split, basta con pasar una manguera para instalar uno. Pero a su vez puso en discusión otros temas: ¿cuánta energía consumimos? ¿es sustentable usarlos si dañan la capa de ozono? Enfriar el interior de los edificios para calentar el resto del mundo podría no ser la mejor idea.
 
Pero estos no son la única alternativa. Existe un fenómeno llamado “enfriamiento radiativo diurno pasivo” o PDRC, por sus siglas en inglés, por el cual una superficie puede enfriarse al reflejar la luz del sol e irradiar su calor a la atmósfera. En pocas palabras, son superficies que pierden calor constantemente, aún bajo los rayos del sol. Con materiales como estos, la vieja técnica del encalado podría competir con los aires acondicionados.
 
Desarrollar esta clase de materiales es un desafío, pero ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia creó un recubrimiento PDCR de alto rendimiento que funciona como un enfriador espontáneo. Es un polímero poroso que refleja la luz solar. Así, consiguieron una reflectancia del 96% y una emisión térmica del 97%, dos cualidades que les valió entrar en negociaciones con algunos fabricantes.
 
Las pruebas de esta nueva pintura demostraron que puede rebajar hasta seis grados en el desierto de Arizona y tres grados en un ambiente tropical como Bangladesh. Todavía no está a la venta, pero una solución como está no debería tardar en llegar al público masivo, especialmente en un momento como éste donde la sustentabilidad es una prioridad.