11 de octubre de 2018

Las colillas contaminan más que el plástico

El tabaco, además de provocar graves problemas de salud, supone una gran amenaza para el medio ambiente.


De los 6 billones de cigarrillos que se fuman al año en todo el mundo, 4,5 billones acaban tirados en espacios públicos. Este año la mayoría de las campañas medioambientales han girado en torno al importante problema del consumo y la contaminación de plástico, pero muchos estudios desvelan que el plástico no es la fuente principal de basura en el mundo, sino las colillas. 
Según el informe de la ONG Ocean Conservancy de 2017, las colillas suponen el 13% de los residuos del mundo. Su ligereza les lleva a recorrer miles de kilómetros, por lo que son capaces de contaminar diferentes ecosistemas y perdurar entre 7 y 12 años, aunque algunos afirman que sus efectos dañinos pueden perdurar hasta 25 años. Las colillas son transportadas hacia el mar desde zonas terrestres debido a la lluvia, el viento o las alcantarillas. 

Las sustancias de las colillas cuando entran en contacto con el agua, se expanden produciendo efectos devastadores en la naturaleza. Acetato de celulosa es el termoplástico del que están fabricados los filtros de los cigarrillos y alberga sustancias tóxicas: hidrocarburos policíclicos aromáticos, nicotina, arsénico y otros metales pesados. Además, se ha comprobado que el acetato de celulosa no es biodegradable, sino fotodegradable, lo que significa que los rayos ultravioletas del sol pueden llegar a fragmentar el filtro en piezas mucho más pequeñas. 
Debido a la degradación de los hábitats naturales, algunas especies animales como las aves se ven especialmente afectadas a la hora de fabricar sus nidos. Por la falta de recursos naturales se ven obligadas a buscar nuevos materiales entre los que se encuentran colillas, que ponen en peligro su salud y la de sus crías. En los ecosistemas marinos las colillas también alteran la calidad del agua y el ciclo ecológico de las especies animales y vegetales, poniendo en riesgo su salud por la acumulación de sustancias tóxicas en su organismo.
Las zonas urbanas también se ven afectadas por la ardua tarea de limpieza y recogida de colillas de las calles, que supone un importante impacto económico. Aunque los métodos de recogida, tanto manuales como mediante maquinaria, no son suficientes para eliminar por completo estos pequeños residuos. Lo ideal sería que los fumadores no tiren sus colillas al suelo, bien las tiren en los ceniceros correspondientes instalados en las ciudades o las guarden y las tiren a la basura. Las playas son uno de los espacios más afectados por este tipo de residuos, ya que muchas personas consideran más sencillo enterrar las colillas bajo la arena que tirarlas en la papelera. Por esa razón, las colillas se han convertido en el principal componente de la basura en las playas
Erradicar el tabaco sería la solución más efectiva, pero existen otras opciones menos drásticas con las que conseguiríamos reducir la contaminación en el medio ambiente, como sería sustituir el componente básico de los filtros, acetato de celulosa, por otro biodegradable y mucho menos dañino.
Aunque, la herramienta más poderosa y eficaz de todas para paliar el impacto de las colillas es la educación. Se tiene que trabajar desde edades tempranas en la concienciación de no tirar basura al suelo, y menos en la naturaleza. 
Las personas disponemos de las herramientas necesarias para solventar el impacto de nuestras acciones negativas, solo tenemos que usarlas correctamente. 

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