Se ha celebrado por primera vez en 50 países para alertar sobre el impacto de la fragmentación de los ríos en el desarrollo de numerosos ecosistemas.
Medio centenar de países participaron el 21 de mayo en la primera celebración del Día Mundial de la Migración de los Peces (WFMD), que pretendía concienciar sobre el impacto de la fragmentación de los ríos en el desarrollo de numerosos ecosistemas, así como sobre la conservación de especies y la erosión de los cauces.
Los protagonistas de esta efeméride son el esturión, la trucha, el salmón o el barbo, por ejemplo, que cumplen un papel ecológico fundamental como parte de la cadena alimenticia de otros animales, pero también transportando nutrientes.
Aunque la importancia del río es «un conocimiento que se tiene desde hace siglos», la interrupción de las rutas de los peces ha sido frecuente en todo el mundo mediante presas, dragados, hidroeléctricas y otros obstáculos, señala la ingeniera y coordinadora de eventos de WFMD a nivel mundial Pao Fernández Garrido.
«El agua pasa, pero los sedimentos se acumulan en el muro y no llegan a las playas ni a los deltas, que cada vez se hacen más pequeños», advirtió la experta en conservación de ríos.
Otros problemas que acarrea el hacinamiento de sustancias son la falta de nutrientes río abajo de la construcción y la velocidad que llega a alcanzar el agua que emana de la presa, ya que, «sin sedimentos que la retengan, la potencia de la corriente aumenta y con semejante energía erosiona el río hasta destrozarlo».
Además, las presas abandonadas y colmatadas (zonas en las que los sedimentos llegan a rebasar los muros) constituyen un «grave peligro»: acumulan tóxicos y pueden llegar a romperse, concluye Fernández Garrido.
España, después de China, EE.UU., India y Japón, es el quinto país del planeta con mayor número de grandes presas. Un alto porcentaje de ellas se encuentran abandonadas. Y alberga los dos diques más antiguos del mundo aún en funcionamiento.
«Lo más grave es que la mayoría de las presas en España se construyeron haciendo caso omiso a la obligación legal de construir escalas para peces en estos obstáculos», ha denunciado Fernández Garrido.
Otro inconveniente es la falta de una cartografía completa de los puntos fragmentados: solo se contabilizan las presas de más de quince metros de altura. «Y no las miles de presillas y zonas rurales hormigonadas en nuestra península», explica la ingeniera.
Entre las zonas que más se están «activando» positivamente en este sentido destacan las comunidades autónomas de la Confederación Hidrográfica del Duero. Mientras que entre las más problemáticas destaca Murcia, «por sus ríos torrenciales y sus extensos regadíos».
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