Foto realizada en Ogarite, Oria. |
Sin embargo, las flores hoy huelen menos no precisamente por que su fragancia sea menor sino porque no llega a nuestro olfato de igual manera. Su olor se muere por el camino. Es decir, las sustancias aromáticas de las flores se enlazan con mucha facilidad con otros compuestos químicos propios de la polución presente en el aire y pierden sus propiedades aromáticas. Los insectos se verían más afectados antes este cambio.
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