En el último mes de octubre se
publicaron los resultados de una investigación secreta realizada por la Revista OCU titulada
"Reciclado: trabajo fantasma", que tenía como objeto averiguar si los
aparatos eléctricos y electrónicos entregados en los puntos limpios y en las
tiendas que reciben estos aparatos usados realmente se reciclan.
La metodología utilizada
consistió en que un reciclador autorizado cedió quince aparatos usados a la Revista y les asesoró
sobre cómo se despiezan y reciclan, entre ellos frigoríficos, lavadoras,
televisores y ordenadores. Dentro de cada aparato se ocultó un localizador por
tecnología celular y en algunos de ellos un segundo localizador vía satélite.
Se deshicieron de los aparatos de las tres formas previstas para su correcto
reciclaje: algunos se depositaron en puntos limpios, otros fueron retirados a
domicilio al entregarse otro aparato recién comprado y alguno fue entregado en
una tienda, y posteriormente se siguió su recorrido durante tres meses.
Los residuos fueron entregados en
distintas Comunidades Autónomas y, lamentablemente, solo 6 de los 15 aparatos
llegaron a una planta de reciclaje autorizada. Algunos fueron despiezados en el
propio punto limpio, dos entraron en una zona donde se perdió la señal del
localizador y los demás acabaron en chatarrerías y descampados. Con respecto a
los residuos entregados en la
Comunidad de Madrid, tanto en punto limpio como recogidos a
domicilio o entregados en tienda, casi en la totalidad de los casos el residuo
ha llegado a plantas de tratamiento autorizadas.
Se trata claramente de una
muestra muy pequeña, con lo cual no se puede generalizar en cuanto a los
porcentajes de tratamiento de este tipo de residuos, pero sí se puede tomar
este estudio como un ejemplo de gestión puntual, en el cual se ha demostrado
que hay que estrechar la vigilancia de las autoridades administrativas en
cuanto al cumplimiento de la legislación en vigor. Lo que no se puede admitir
es que los recursos y esfuerzos empleados en la tarea del reciclaje sean mal
utilizados, trayendo como principal consecuencia la falta de confianza del
consumidor, sin la cual no sería posible llevar a cabo ningún tipo de gestión
de residuos de estos materiales.
El mensaje al consumidor es el de
que reclame si no aceptan recoger su aparato usado en las tiendas o denuncie a
las autoridades administrativas si sospecha de lugares donde se tratan estos
residuos sin descontaminar. En cuanto a los demás partícipes del ciclo del
reciclaje, se espera que haya transparencia en la información por parte de
todos los agentes implicados, que se invierta en la preparación del personal
que interviene en el proceso y, sobre todo, que se controle con más rigor el cumplimiento
de la ley.
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