13 de mayo de 2012

La erosión del suelo puede acelerar el cambio climático

El suelo contiene altas cantidades de carbono en forma de materia orgánica que proporciona nutrientes para el crecimiento de las plantes y mejora la fertilidad de la tierra, así como los movimientos de agua.

El calentamiento global podría ir a peor a medida que los métodos de la agricultura aceleran la erosión del suelo, que agota la cantidad de carbono que la tierra es capaz de almacenar, según un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).

De acuerdo al Libro del Año 2012 de la UNEP, se calcula que un metro de tierra, de la más alta junto al suelo, almacena alrededor de 2.200 millones de toneladas de carbono, que es tres veces el nivel habitual de carbono en la atmósfera. "El carbono del suelo se pierde fácilmente por la dificultad para reconstruirse".
"Las cantidades almacenadas de carbono en la tierra son altamente vulnerables a la actividad humana. Estas han disminuido significativamente y a veces muy rápido en respuesta a los cambios en la tierra, así como por el uso que se le da a esta, como por ejemplo la deforestación, el desarrollo urbanístico como reflejo de una agricultura insostenible y otras prácticas forestales".

Tales actividades pueden romper el equilibrio de la materia orgánica del suelo. Cuando esto sucede, parte del carbón se convierte en dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero que es uno de los principales contribuyentes al calentamiento global y su pérdida de suelo.

Cerca del 24 por ciento de la tierra global ha sufrido algunos declives en la salud y en la productividad en el último cuarto de siglo, debido al uso insostenible de la tierra, según la UNEP. Además, el 60% del carbón almacenado en la tierra y la vegetación se ha perdido, como resultado de los cambios en el uso de la tierra, como la limpieza de tierras para la agricultura y las ciudades desde el siglo XIX.

Asimismo, debido a la demanda global de alimentos, agua y energía que se prevé que aumente de forma dramática, la tierra se someterá a una creciente presión. En este sentido, el análisis insiste en que si no se hacen cambios en la forma en que la tierra es gestionada, más del 20 por ciento de los bosques, humedales, praderas y dehesas en los países desarrollados, se podría perder una parte vital de los servicios de los ecosistemas y de la biodiversidad para 2030.

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