El día 3 de febrero se celebra el Día Internacional sin Pajita. Su objetivo es sensibilizar al público sobre el problema de la contaminación plástica de este pequeño pero destructor invento.
De los ocho millones de toneladas de basura plástica que se tiran todos los años en los océanos, la pajita de plástico sólo supone un 4 por ciento del total.
Si nos aferramos a las estadísticas, las pajitas equivalen a una pequeña fracción de plástico marino, pero en cambio, su pequeño tamaño las convierte en uno de los contaminadores más destructores para la fauna marina.
Su acumulación en las riberas de los ríos, playas y zonas costeras hace que muchos animales las confundan con comida y al ser ingeridas perforan el estómago de numerosos animales marinos, y taponan sus vías respiratorias.
Para muestra, el degarrador vídeo de YouTube que se hizo viral en 2015, donde unos científicos sacan una pajilla incrustada en la nariz de una tortuga marina.
A partir de este vídeo con más de 17 millones de visualizaciones, se ha publicado un documental “Straw” (Pajita), con la participación del actor Tim Robbins, que está recibiendo varios premios en todo el mundo.
La pajita para beber ha existido desde hace miles de años, según los arqueólogos, sumerios y babilonios empleaban pajitas, no por moda o capricho, sino para degustar su densa cerveza sin tragarse la espuma.
El problema ambiental se inició en los años 60, cuando se popularizó el uso del plástico de usar y tirar. Hoy las pajitas se utilizan a millones a diario en todo el mundo; y cómo no, también se descartan a millones.
¿Sabías qué?
Sólo en Estados Unidos, se usan y tiran 500 millones de pajillas diariamente. Eso equivale a 175 mil millones que terminan en las vías fluviales y océanos.
Según varios estudios científicos, las pajitas de plástico son uno de los 10 residuos que más encontramos en oceános y playas, junto con colillas de cigarro, envases de comida y bebida, o vasos de plástico.
La escasa vida útil que puede proporcionarnos en unos cuantos sorbos se transforma en una vida que se puede prolongar cientos de años degradando el medio ambiente, ya que no llegan a descomponerse.
¿Cuál es la solución?
Usar pajitas pajitas reutilizables o 100% biodegradables.: de vidrio, titanio, papel o bambú, todas estas opciones soluciónan el problema.
Desde Londres hasta Miami, los restaurantes, bares y ciudades están prohibiendo voluntariamente las pajitas de plástico.
Al proporcionar pajitas de plástico solo cuando lo solicitemos, podemos reducir significativamente la eliminación de plástico de un solo uso. Una acción tan simple no solo ahorrará gastos superfluos, sino que tendrá efectos increíblemente positivos y de gran alcance en nuestro planeta.
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