27 de noviembre de 2012

Informe: Cambio climático, impactos y vulnerabilidad en Europa 2012

El informe Cambio climático, impactos y vulnerabilidad en Europa 2012 de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) señala que se ha observado un aumento de las temperaturas medias en toda Europa, una disminución de las precipitaciones en las regiones meridionales y un aumento de las precipitaciones en la Europa septentrional.

"La capa de hielo de Groenlandia, el hielo del Ártico y muchos glaciares de Europa se están derritiendo, la cubierta de nieve ha disminuido y la mayor parte de la superficie del permafrost se ha deshelado", explican los expertos.

En los últimos años, los episodios meteorológicos extremos, como las olas de calor, las inundaciones y las sequías han causado daños y costes crecientes en toda Europa. Aunque se precisan más pruebas para determinar el papel que ha desempeñado el cambio climático en esta tendencia, la creciente actividad humana en zonas vulnerables ha sido un factor clave.

"Se estima que, en el futuro, el cambio climático aumente esta vulnerabilidad, dado que se prevé que los episodios meteorológicos extremos se vuelvan más intensos y frecuentes. Si las sociedades europeas no se adaptan, los costes ocasionados seguirán aumentando", señala el informe.

Asimismo, el trabajo apunta que algunas regiones serán menos capaces de adaptarse al cambio climático que otras, en parte debido a las disparidades económicas en Europa. "Los efectos del cambio climático podrían agravar más estas desigualdades".
Según Jacqueline McGlade, directora ejecutiva de la AEMA "el cambio climático es una realidad en todo el mundo, y su magnitud y velocidad son cada vez más evidentes. Esto significa que cada sector de la economía, incluidos los hogares, han de adaptarse y han de reducir emisiones"

Aumento de las olas de calor

La última década (2002–2011) fue la más calurosa jamás registrada en Europa, siendo la temperatura terrestre europea 1,3° C más cálida que la media preindustrial. Varias proyecciones de cambio climático muestran que las temperaturas en Europa podrían ser entre 2,5 y 4° C más cálidas en la última parte del siglo XXI, en comparación con la media de 1961–1990.


Las olas de calor han aumentado en cuanto a frecuencia y duración, y han provocado decenas de miles de muertos en la última década. Según el informe, en las próximas décadas el aumento previsto de estas olas podría incrementar el número de muertes relacionadas con el calor, "si las sociedades no se adaptan". Sin embargo, se prevé que las muertes relacionadas con el frío disminuyan en muchos países.

Por otro lado, mientras que la precipitación disminuye en las regiones meridionales, aumenta en el norte de Europa. Se prevé que estas tendencias se mantengan y que el cambio climático aumente las inundaciones fluviales, sobre todo en el norte de Europa, dado que las temperaturas más altas intensifican el ciclo hidrológico. No obstante, resulta difícil determinar  la influencia del cambio climático en los registros de datos de inundaciones del pasado.

Las sequías y sus efectos sobre el caudal de los ríos son cada vez más graves y más frecuentes en el sur de Europa. Se prevé que los caudales mínimos de los ríos disminuyan de forma significativa en verano en el sur de Europa, aunque también en muchas otras partes de Europa en distinto grado.

Los glaciares y el nivel del mar

El Ártico se está calentando más rápido que otras regiones. En 2007, 2011 y 2012 se observaron los niveles más bajos de  hielo marino en el Ártico, llegando a aproximadamente la mitad de la extensión mínima vista en la década de 1980. La fusión de la capa de hielo de Groenlandia se ha duplicado desde la década de 1990, perdiendo una media de 250 000 millones de toneladas de masa de hielo cada año entre 2005 y 2009. Los glaciares de los Alpes han perdido aproximadamente dos tercios de su volumen desde 1850 y se espera que estas tendencias se mantengan.

El nivel del mar se ha incrementado, lo cual aumenta el riesgo de inundación costera durante las tormentas. El nivel medio del mar subió en todo el planeta 1,7 mm al año durante el siglo XX, y 3 mm al año en las últimas décadas. Las proyecciones de futuro varían significativamente, pero es probable que el aumento del nivel del mar en el siglo XXI supere al del siglo XX.  Sin embargo, la subida del nivel del mar en las costas europeas varía, por ejemplo, debido a episodios locales de subsidencia o levantamiento.

"Aparte de los impactos del calor en la salud, otros efectos en la salud humana también son importantes. El cambio climático desempeña un papel en la transmisión de determinadas enfermedades", asevera el informe. Por ejemplo, permite que la especie de garrapatas Ixodes ricinus prospere en regiones más septentrionales, mientras que un mayor calentamiento puede permitir la propagación de mosquitos y flebótomos portadores de enfermedades en diversas partes de Europa. La estación de polinización es más larga y llega 10 días antes que hace 50 años, lo que también afecta a la salud humana.

Cambios en las características de las plantas y los animales

Respecto a la repercusión en flora y fauna, la plantas florecen más temprano, mientras que las proliferaciones de fitoplancton y zooplancton de agua dulce también aparecen antes. Otros animales y plantas se están trasladando hacia el norte y hacia cotas más altas ya que que sus hábitats se atemperan. Dado que la tasa de migración de muchas especies es insuficiente para seguir el ritmo del cambio climático, en el futuro podrían verse abocadas a la extinción.

Aunque puede haber menos agua disponible para la agricultura en el sur de Europa, las condiciones de cultivo pueden mejorar en otras zonas. La temporada de crecimiento de diversos cultivos en Europa se ha alargado y se espera que esta tendencia se mantenga junto con la expansión de cultivos de estación cálida a latitudes más septentrionales. Sin embargo, se prevé que las cosechas de algunos cultivos disminuyan debido a las olas de calor y las sequías en Europa central y meridional.

Con el aumento de las temperaturas, también ha bajado la demanda de calefacción, lo cual supone un ahorro de energía. No obstante, este dato debe ponderarse con las mayores demandas de energía para refrigeración durante los veranos más calurosos.

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